“El golpe se produce el 24 de marzo de 1976. La fecha más triste y macabra de la historia argentina. Fue un golpe anunciado. Noventa días antes Videla había lanzado un ultimátum al gobierno de Isabel Perón. Luego dijo “Morirán todos los que tengan que morir”.
Nuestros blindados decidieron inspirarse en la modalidad del ejército francés en Argelia: la represión se haría secretamente. La muerte secreta: ésta es la muerte argentina. La muerte se volvió subterránea, silenciosa, furtiva. Uno se enteraba de desmedidos horrores, desaparecían los amigos, o los conocidos o gente que uno no conocía pero de cuya desdicha se enteraba.
Se torturaba a todos los detenidos. Se torturaba para quebrar a las personas. No sólo para obtener información. No, se torturaba porque así era el sistema. “Pásenlo por la parilla”, “denle máquina”, eran las órdenes que se daban sin pasión. Eran partes de un engranaje prolijamente diseñado”.
Treinta mil desparecidos. Treinta mil argentinos que hoy no están o quizás sí, pero no sabemos donde y bajo qué nombre responden. Le podría haber tocado a cualquiera. Te podría haber tocado a vos. Y pensar que un estudio realizado en los últimos días, solo el 41,4 por ciento de los consultados, dijo saber que este lunes se conmemora el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, mientras que el restante 58,6 no tiene memoria ni perdón.
Nuestros blindados decidieron inspirarse en la modalidad del ejército francés en Argelia: la represión se haría secretamente. La muerte secreta: ésta es la muerte argentina. La muerte se volvió subterránea, silenciosa, furtiva. Uno se enteraba de desmedidos horrores, desaparecían los amigos, o los conocidos o gente que uno no conocía pero de cuya desdicha se enteraba.
Se torturaba a todos los detenidos. Se torturaba para quebrar a las personas. No sólo para obtener información. No, se torturaba porque así era el sistema. “Pásenlo por la parilla”, “denle máquina”, eran las órdenes que se daban sin pasión. Eran partes de un engranaje prolijamente diseñado”.
Treinta mil desparecidos. Treinta mil argentinos que hoy no están o quizás sí, pero no sabemos donde y bajo qué nombre responden. Le podría haber tocado a cualquiera. Te podría haber tocado a vos. Y pensar que un estudio realizado en los últimos días, solo el 41,4 por ciento de los consultados, dijo saber que este lunes se conmemora el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, mientras que el restante 58,6 no tiene memoria ni perdón.
El fútbol es el deporte más hermoso del mundo, y cuado hablamos de fútbol, no podemos pasar por alto una frase que tiene historia: “El fútbol es pasión de multitudes”. Pero esa pasión es un arma de doble filo. Están aquellos que saben entender la pasión y son felices cuando gana el equipo que aman y se entristecen cuando pierde. Pero también están aquellos -que dicen llamarse hinchas- que no saben frenar a tiempo y pasan el límite de la pasión. Es ahí donde entra en escena la violencia y la violencia, de a poco, está matando al fútbol, y nosotros –los verdaderos amantes de la redonda- somos los principales perjudicados.
A través del fútbol, directa o indirectamente, se pueden cambiar muchas vidas, y no es una exageración. Ejemplos hay de sobra. Mauricio Macri aprovechó su buena gestión al frente de Boca para llegar a ser Jefe de Gobierno porteño. O está el saco de Escobar, aquél defensor del seleccionado de Colombia que en el Mundial del ’94 convirtió un gol contra su propio arco y de regreso a su país, fue acribillado por el error cometido. El último caso es el asesinato de Emanuel Álvarez, hincha de Vélez, que lo mataron porque sí, por llevar la camiseta de otro equipo.
A través del fútbol, directa o indirectamente, se pueden cambiar muchas vidas, y no es una exageración. Ejemplos hay de sobra. Mauricio Macri aprovechó su buena gestión al frente de Boca para llegar a ser Jefe de Gobierno porteño. O está el saco de Escobar, aquél defensor del seleccionado de Colombia que en el Mundial del ’94 convirtió un gol contra su propio arco y de regreso a su país, fue acribillado por el error cometido. El último caso es el asesinato de Emanuel Álvarez, hincha de Vélez, que lo mataron porque sí, por llevar la camiseta de otro equipo.
El fútbol es pasión, sólo hay que entenderlo para que sea pura pasión. No matemos al fútbol...
Vivimos aterrorizados. Tenemos terror a fracasar, a envejecer, a ser ignorados, a sufrir, a perder, a enloquecer, a no poder, a enamorarse, a llorar, a dejar de reír, a protestar, a reclamar, a ser infeliz, a desesperar, a la muerte, a no sentir, a pedir perdón, a pedir ayuda, a expresar nuestros sentimientos. Terror a fallarle a un amigo, a quedarnos sin trabajo, a que no nos quieran, a que no nos necesiten, a encarar un proyecto y quedarnos en el camino, a dejar de soñar, a luchar por nuestros derechos, a amar a la persona equivocada, a creer en lo que no queremos creer. Tenemos terror a la enfermedad, al mal, al delirio, al rechazo, al engaño, a la soledad, al abandono, a la tristeza, a la mentira, al olvido, a la angustia, a la humillación, a la desilusión, al enfrentamiento, al poder. El terror siempre está…
Un error lo puede tener cualquiera, y de los errores se aprende, sirven de experiencia para no volver a tropezar con la misma piedra. Sin embargo, existe gente que no tiene la capacidad para razonar y por eso no perdona.
Tus actitudes te convierten en poco hombre y en un pésimo padre. Querer ir contra la corriente e intentar imponer tus pensamientos por sobre los demás, no hacen más que demostrar que sos un dictador y un resentido.
Sino sabes lo que es una familia, miranos y aprende, sino te enseñaron a perdonar, aprende que nunca es tarde para cambiar. No obligues a que te quieran, porque en definitiva, te van a querer pero no por como sos como persona o padre, sino porque no tienen a nadie más a quien querer. Dejalos que tengan la familia que nunca tuviste.
Jugar con los sentimientos de tres criaturas, no tiene perdón de Dios. Aprende a ser un buen padre, busca –sin jugar sucio- que te quieran por los aciertos propios y no por los errores ajenos.
Tus actitudes te convierten en poco hombre y en un pésimo padre. Querer ir contra la corriente e intentar imponer tus pensamientos por sobre los demás, no hacen más que demostrar que sos un dictador y un resentido.
Sino sabes lo que es una familia, miranos y aprende, sino te enseñaron a perdonar, aprende que nunca es tarde para cambiar. No obligues a que te quieran, porque en definitiva, te van a querer pero no por como sos como persona o padre, sino porque no tienen a nadie más a quien querer. Dejalos que tengan la familia que nunca tuviste.
Jugar con los sentimientos de tres criaturas, no tiene perdón de Dios. Aprende a ser un buen padre, busca –sin jugar sucio- que te quieran por los aciertos propios y no por los errores ajenos.
Si sos tan hombre como lo demostras con tu personalidad, que impones respeto –aunque yo no te respeto una mierda- lo vas a lograr, pero dudo mucho de tu hombría.
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