El pasado 20 de noviembre, se cumplió el primer aniversario de mi blog. El único balance los ponen ustedes, si les gustó o no... Yo mientras tanto, seguiré escribiendo a mi modo tratando de volcar en este blog mis vivenvias...

Muchas gracias a todos los que fueron firmando mis textos...

TRISTEZA...


Es la palabra justa para definir este momento de mi vida. He tenido grandes tristezas en estos años, pero esta especialmente duele como ninguna. Duele porque está el Lobo en el medio.
Cinco años colaborando para mi querido Gimnasia, solo por amor a la camiseta, solo por aportar mi granito de arena para que el Lobo crezca. Sin pedir nada a cambio.
Parece que mi ciclo como colaborador de prensa está llegando a su fin, porque hay dirigentes mediocres que no entienden nada de la pasión tripera.
¿Vos venís por la entrada no? Anda a la puta que te parió tendría que haberle dicho. Me contuve. El que me conoce sabe bien que no voy por entrar gratis a la cancha. Que me digan eso, dolió porque no tiene ni idea lo que significa el Lobo en mi vida.
Parte de mi dignidad la perdí en el Club, sin embargo seguí. Seguí por amor a Gimnasia, pero hay gente que no lo entiende.
Le agradezco a todos los que confiaron en mi, a mis amigos que encontré en Prensa. Ojalá todo se pueda solucionar, sino, me iré pero seguiré alentando a la azul y blanca porque esta pasión nadie la puede apagar.La vida es buena pero injusta, y a mí me tocó comprobarlo en estos días una vez más…

CASI CASI...


Ignacio era un hombre como cualquier otro. Inteligente y elegante. Tenía una linda casa, un trabajo digno y envidiable y un buen pasar económico. Saliendo de su oficina, camino a su casa, se cruzó con una bella mujer. Se enamoró a primera vista. Desde ese día no dejó de pensar en ella, daba vueltas y más vueltas por su cabeza.
Nunca antes había sentido algo similar por una mujer. Esa morocha llamativa era “la mujer”. La casualidad o el destino quisieron que se cruzaran todos los días a la misma hora y en el mismo lugar.
Se miraban fijos a los ojos, sonreían para luego cada uno seguir con su rumbo. A punto estuvo Ignacio un día de confesarle su amor eterno, pero no se animó. Lo que no sabía era que ella sentía lo mismo por él. Nunca más se volvieron a ver.
Roxana era una mujer com cualquier otra. Hija ejemplar y vecina como pocas. Tenía una linda casa, un trabajo digno y envidiable y un buen porvenir. Una vez estuvo frente a frente con un adolescente de dieciséis años. Cualquier excusa servía para intercambiar palabras con ese muchacho. Así, en situaciones reiteradas.
Sentía ganas de abrazarlo, de acariciarlo, de demostrarle con amor que se había equivocado y estaba totalmente arrepentida. Él, atraído por su amabilidad, llegó a decirle que la consideraba “la madre que nunca tuve”. Sebastián era su hijo, pero él no lo sabía ni lo sospechaba. A punto estuvo Roxana una tarde de contarle la verdad pero no se animó. Nunca más lo volvió a ver.
Ignacio casi se confiesa, Roxana casi le dice la verdad, pero ese casi no alcanzó…
Hoy éste hombre se inclinó por el alcohol para intentar olvidarla. Hoy ésta mujer, tiene problemas psicológicos muy serios y pasa sus días en un nosocomio. Si hubieran hablado, hubiesen sido felices como cualquier otra persona. Casi lo fueron, pero ese ”casi” nunca alcanzó…
La palabra “casi” es corta, de solo cuatro letras, pero separa dos realidades apuestas, muy diferentes entre sí: una realidad que lo tiene todo y una realidad que te lleva al fracaso. Se pasa de la euforia a la desazón, de la victoria a la derrota, de tener lo que se desea a quedarse con las manos vacías.
Entonces, si entendemos esto ¿Por qué siempre nos conformamos con el “casi” si el “casi” nunca alcanza ni alcanzará? Hay que animarse a más…




“Es verdad q no comparto algunas cosas contigo pero te quiero… tu hermana”. Una frase común para cualquiera, pero para mí no. Después de leerla, me quedé pensando y en parte es verdad.
Si bien nacimos con dos años de diferencia, crecimos a los golpes y no como dos hermanos. Hoy estamos grandes, y nos dimos cuenta que nos queremos, que nos necesitamos, que llevamos la misma sangre… que somos hermanos.
Entonces hoy nos gusta compartir momentos en familia, mates de por medio, aunque no sean muchos porque cada uno atiende se juego y tenemos obligaciones que cumplir.
Pero ella sabe que la amo, aunque nunca se lo dije –es más creo que se está enterando ahora- pero se lo demostré estando en los momentos más difíciles y yo se que ella me quiere porque ya me lo dijo.
Es un ejemplo para mí: siempre sonriente, siempre atenta, siempre dispuesta a darte una mano, siempre, siempre está…
Trajo al mundo tres hermosas nenas que cambiaron mi vida… Más no le puedo pedir…

“Yo voy a estar… sí, vos me diste tres razones más…”

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio

Blogger Template by Blogcrowds.