Ignacio era un hombre como cualquier otro. Inteligente y elegante. Tenía una linda casa, un trabajo digno y envidiable y un buen pasar económico. Saliendo de su oficina, camino a su casa, se cruzó con una bella mujer. Se enamoró a primera vista. Desde ese día no dejó de pensar en ella, daba vueltas y más vueltas por su cabeza.
Nunca antes había sentido algo similar por una mujer. Esa morocha llamativa era “la mujer”. La casualidad o el destino quisieron que se cruzaran todos los días a la misma hora y en el mismo lugar.
Se miraban fijos a los ojos, sonreían para luego cada uno seguir con su rumbo. A punto estuvo Ignacio un día de confesarle su amor eterno, pero no se animó. Lo que no sabía era que ella sentía lo mismo por él. Nunca más se volvieron a ver.
Roxana era una mujer com cualquier otra. Hija ejemplar y vecina como pocas. Tenía una linda casa, un trabajo digno y envidiable y un buen porvenir. Una vez estuvo frente a frente con un adolescente de dieciséis años. Cualquier excusa servía para intercambiar palabras con ese muchacho. Así, en situaciones reiteradas.
Sentía ganas de abrazarlo, de acariciarlo, de demostrarle con amor que se había equivocado y estaba totalmente arrepentida. Él, atraído por su amabilidad, llegó a decirle que la consideraba “la madre que nunca tuve”. Sebastián era su hijo, pero él no lo sabía ni lo sospechaba. A punto estuvo Roxana una tarde de contarle la verdad pero no se animó. Nunca más lo volvió a ver.
Ignacio casi se confiesa, Roxana casi le dice la verdad, pero ese casi no alcanzó…
Hoy éste hombre se inclinó por el alcohol para intentar olvidarla. Hoy ésta mujer, tiene problemas psicológicos muy serios y pasa sus días en un nosocomio. Si hubieran hablado, hubiesen sido felices como cualquier otra persona. Casi lo fueron, pero ese ”casi” nunca alcanzó…
La palabra “casi” es corta, de solo cuatro letras, pero separa dos realidades apuestas, muy diferentes entre sí: una realidad que lo tiene todo y una realidad que te lleva al fracaso. Se pasa de la euforia a la desazón, de la victoria a la derrota, de tener lo que se desea a quedarse con las manos vacías.
Entonces, si entendemos esto ¿Por qué siempre nos conformamos con el “casi” si el “casi” nunca alcanza ni alcanzará? Hay que animarse a más…
Nunca antes había sentido algo similar por una mujer. Esa morocha llamativa era “la mujer”. La casualidad o el destino quisieron que se cruzaran todos los días a la misma hora y en el mismo lugar.
Se miraban fijos a los ojos, sonreían para luego cada uno seguir con su rumbo. A punto estuvo Ignacio un día de confesarle su amor eterno, pero no se animó. Lo que no sabía era que ella sentía lo mismo por él. Nunca más se volvieron a ver.
Roxana era una mujer com cualquier otra. Hija ejemplar y vecina como pocas. Tenía una linda casa, un trabajo digno y envidiable y un buen porvenir. Una vez estuvo frente a frente con un adolescente de dieciséis años. Cualquier excusa servía para intercambiar palabras con ese muchacho. Así, en situaciones reiteradas.
Sentía ganas de abrazarlo, de acariciarlo, de demostrarle con amor que se había equivocado y estaba totalmente arrepentida. Él, atraído por su amabilidad, llegó a decirle que la consideraba “la madre que nunca tuve”. Sebastián era su hijo, pero él no lo sabía ni lo sospechaba. A punto estuvo Roxana una tarde de contarle la verdad pero no se animó. Nunca más lo volvió a ver.
Ignacio casi se confiesa, Roxana casi le dice la verdad, pero ese casi no alcanzó…
Hoy éste hombre se inclinó por el alcohol para intentar olvidarla. Hoy ésta mujer, tiene problemas psicológicos muy serios y pasa sus días en un nosocomio. Si hubieran hablado, hubiesen sido felices como cualquier otra persona. Casi lo fueron, pero ese ”casi” nunca alcanzó…
La palabra “casi” es corta, de solo cuatro letras, pero separa dos realidades apuestas, muy diferentes entre sí: una realidad que lo tiene todo y una realidad que te lleva al fracaso. Se pasa de la euforia a la desazón, de la victoria a la derrota, de tener lo que se desea a quedarse con las manos vacías.
Entonces, si entendemos esto ¿Por qué siempre nos conformamos con el “casi” si el “casi” nunca alcanza ni alcanzará? Hay que animarse a más…
2 Comments:
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el ke no arriesga no gana...
hermosa hisitoria gordo, espero la prox, cada dia me sorprendo mas de tu gran imaginacion...a demas son de gran ayuda para los mambos de mi cabeza!...gracias por todo lo ke haces! para mi vale mucho!
besos ke sigas bien...
Romi
A veces no nos animamos a decir las cosas, por eso lo escribí. Yo escribo lo que se me ocurre, y si te sirven mucho mejor...
Espero que sigas mejorando, de a poco todo se puede!!!
Besotes Corsini...